Sin Wii para mis lincesos

Que no soy la mejor tía del mundo es algo que descubrí ya hace tiempo. Pero hasta esta semana no había asumido lo desastrosamente desastrosa que puedo llegar a ser como tía.
Desde principios de diciembre sabía que el regalo estrella de estas fiestas sería la requete agotada Nintendo Wii. Mis sobrinos, como el resto de niños de la generación pokemon, la quieren, la desean, la anhelan...
Así que, cuando me enteré de que habían repuesto las existencias de la puñetera consola, me propuse convencer a mi familia para regalarles conjuntamente una Wii a cada uno (que ya me gustaría a mí poder gastarme 250 lerus en cada sobri...). Y lo conseguí, finalmente les convencí, pero ya no quedaban otra vez. Es una locura dejar los regalos para el último día. Y otro año más me vuelve a pasar. Espero el milagro de que me llamen de alguna tienda porque anulen alguna de las reservas. Pero por mucho que me guste la ciencia ficción, esto es el mundo real. Y los reyes magos, bueno, oí decir a alguien que no existen...

Por si acaso, yo he ido alienando a mis lincesos para que crean en los reyes cojos, la variante pobre de los magos, que llegan ya con las rebajas (y con las reposiciones de stock).
Guardadme un poco de carbón!
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